viernes, 11 de abril de 2014

La habitación de en medio.

<Acostado en mí cama> pareciese que una fuerza superior estaba posada sobre mi pecho, como si intentara dominar mi cuerpo. Mi intento por gritar solo fue eso “un intento”, esa fuerza que me dejaba inmóvil robó mi voz por un momento, tenía un grito desesperado en mi mente pero la voz no se escuchó, las dos puertas se cerraron y quedé en una oscuridad aterradora.
Después de un tiempo, recordé que lo que me estaba pasando ya me había ocurrido en ocasiones anteriores, y me pensé valiente, bravo, fuerte y a la vez tranquilo. Al poco tiempo esa sensación desapareció, pude moverme, bebí un poco de agua, apagué el ventilador y traté de dormir como si nada de lo ocurrido hubiese pasado.
A la mañana siguiente, lo que me sorprendió fue que las veces que había sentido esa horrible sensación siempre fueron en ese cuarto y en esa misma parte de la habitación donde estaba durmiendo.

Tal vez es una metáfora de mi mayor temor, No poder hacer nada ante una situación complicada, no poder defenderme, quedar bloqueado ante una injusticia y no saber cómo defender lo justo.

O tal vez fue solo una pesadilla por haber cenado muy pesado antes de disponerme a dormir. Pero, ¿tener la misma pesadilla varias veces es posible? y ¿tenerla solo cuando duermo en esa habitación? No estoy seguro si lo ocurrido fue mientras dormía o fue en el lapso que despiertas y estás pasando de lo inconsciente a lo consiente del despertar, pienso que en ese momento somos vulnerables a todo.

Tal vez son mis viejos fantasmas que me siguen persiguiendo, aunque no creo en fantasmas, siempre es la primera idea que descarto.

jueves, 10 de abril de 2014

Es culpa de mis viejos

Es culpa de mi viejo que me vuelva loco cuando escucho rock and roll
Es culpa de mi vieja que defienda tanto los colores azul y blanco
Es culpa de mi viejo que me guste tanto el fútbol.
Es culpa de me vieja que me guste tanto caminar.
Es culpa de mi viejo que no me deje vencer por nada.
Es culpa de mi vieja que le de tanta importancia a los sentimientos de los demás.
Es culpa de mi viejo que de todo lo malo siempre saque lo bueno y siga sonriendo.
Es culpa de mi vieja que aprendí a dajar todo de mí, por algo que amo de verdad.
Es culpa de mi viejo que aprendí a hacer sonreír a un niño.
Es culpa de mi vieja que aprendí a cuidar de alguien indefenso.
Es culpa de mi viejo que haya aprendido a escuchar a los demás.
Es culpa de mi vieja que haya aprendido a expresar lo que siento.
Es culpa de mis viejos que haya aprendido a caminar.
Es culpa de mis viejos que haya aprendido a sonreír
Es culpa de mis viejos que haya aprendido lo que es el amor sincero.